Me asomo por una ventana rota a una de las naves de la ahora destartalada Fábrica de armas de La Vega, en Oviedo. El otoño se ha instalado también dentro y parece que está cómodo, que ha venido para quedarse. Una vez cerrada y vacía, seguro que muchos se "lavan las manos", y no solo por higiene, sobre el futuro de esta instalación.
No entiendo muy bien que pinta ahí ese lavabo, pero me imagino a los trabajadores, lavándose las manos para comerse el bocadillo sentados en los ventanales.